Tú mejor que nadie para ponerse en tu piel. Tú eres quien te quemas o no. Te dañas o te bronceas. Pero sea como sea el exceso de sol siempre es peligroso. A veces, incluso muy peligroso. Te juegas la piel.
En el día hay muchas horas para tomar el Sol. Elígelas bien evitando las horas (entre las 12 am y las 16 pm) en las que el sol cae en vertical. El riesgo de quemaduras es muy elevado. Busca la sombra y toma el sol cuando éstas sean más largas. Y sobre todo, con moderación.
Son los malos rayos del sol. Por eso es mejor evitarlo con las cremas con factor de protección más alto posible, resistentes al agua; especialmente para los niños o pieles sensibles.
Los ojos, el cuello, las orejas.son muy sensibles al sol. Usa la cabeza para protegerlos. Con una buena visera, un sombrero. Y que salga el sol por donde quiera.
Unas buenas gafas de sol cuidan tus ojos y filtran los rayos perjudiciales. Pero eso sí, con su correspondiente sello óptico.
Si ves que esa peca se hace más grande, si un lunar cambia de forma, si tienes alguna verruga que no conocías, manchas o zonas doloridas, no lo dudes: ve a tu médico. No te juegues la piel.
Desconfíe de productos milagrosos para el bronceado que tiñen tu piel sin broncearla. Son artificiales y, por lo tanto, aún más peligrosos. Para lucir el sol en tu piel, nada como el sol en su justa medida.
Tu piel luce sana y bronceada. Ahora lúcela con amplias camisetas, bermudas, pareos. Todo tipo de prendas frescas y coloristas que realzan tu color.